Es de suma importancia  lo que decimos y declaramos a diario. Hay principios por los cuales podemos vivir y que pueden cambiar nuestra manera de ver el mundo; las escrituras tienen algo que decir al respecto.

    1. “Creí por lo cual hablé” 2 de Corintios 4:13  Es muy importante esta secuencia del lenguaje con el cual vivimos y nos relacionamos. Puesto que  hablamos de acuerdo a lo que creemos, este es un principio fundamental. Muchas veces nos encontramos pronunciando frases negativas o declaraciones derrotistas que van formando parte de nuestro diario vivir, como por ejemplo: “no creo que resulte”, “voy para ver si por casualidad  me fuera bien”, ” tengo la impresión que todo va salir mal”, “este niño es un flojo”, “partimos mal el año” , “presiento que me van a despedir”.
    2. Toda esta retórica nos muestra no sólo lo que pensamos que puede suceder, sino lo que creemos que va a pasar. Entonces nuestra vida se va ajustando a estos paradigmas. Sin embargo, hay un camino más excelente el cual podemos transitar bajo una nueva cosmovisión; aplicando el principio de hablar lo que creemos y viviendo una vida victoriosa en la fe en Dios. El ejemplo que cita el apóstol Pablo donde destaca los verbos “creer y hablar”, claramente es una directriz para su vida y misión; aún y cuando los problemas estén presentes.
    3. Evidentemente el lenguaje de Pablo está basado en la fe, aunque su vida no está exenta de dificultades y pruebas, pero resguardada por Dios. Habla de lo que él cree, de la fe en Dios y en su hijo Jesucristo. Si avanzamos otro paso en el lenguaje y en lo que creemos podemos incorporar ahora el “Confesar”.
    4. En Romanos 10:9 y 10 nos dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. “Porque con el corazón se cree para justicia , pero con la boca se confiesa para salvación”. Esta porción contiene una gran verdad sobre la salvación, y nos da también una cosmovisión sobre el impacto de la confesión y declaración acerca de lo que se cree en el corazón.
    5. Entonces, están en coordinación tres verbos; creer, hablar y confesar. En el mismo libro de Romanos capitulo 10 verso 11 señala: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”. En otras palabras, si la fe (la creencia en el corazón) está puesta en Dios, no seremos decepcionados. En efecto, se suma a esta trilogía una promesa.
    6. Ahora bien, la base donde descansan estos tres elementos citados, es  otro principio que va asociado, el cual forma parte de las tantas enseñanzas de Jesús; “Porque de la abundancia del corazón habla la boca“. “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” Mateo 12:34-b al 35. Es decir, lo que hay en nuestro corazón, esto será  lo que creamos, hablemos y confesemos a diario. Si nuestras creencias y nuestro corazón está afirmado en la gracia de Dios; tendremos una vida nueva, confianza en el día de mañana y un lenguaje victorioso para enfrentar la vida en la fe en Jesús, a pesar de cualquier dificultad.
    7. En conclusión, este nuevo lenguaje que se nos propone, esta basado en  principios que permiten vivir la vida con una nueva cosmovisión. Si lo que está alojado en nuestro corazón está contaminado, nuestras palabras también lo estarán y además afectaremos a nuestro entorno. Sin embargo, si nuestro corazón abundan cosas buenas, como el amor fraterno, el respeto, la fe en las enseñanzas de Jesús (nuestras creencias en el corazón), tendremos una vida de victoria y nuestro entorno y familia lo agradecerá.
    8. Lenguaje sugerido:
      • Cuidar lo que decimos :Proverbios 21:23 “El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias”
      • Responder con amabilidad : Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita la ira”
      • No hablar con molestia : Proverbios 15:18 “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, Mas la lengua de los sabios es medicina” 
      • Compartir y hablar cosas buenas : Proverbios 17:22 “El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos”

     Gabriel Acosta G.